desde hace mucho

Desde hace mucho no escribo. No tengo mucho que decir, es cierto, no tengo grandes sufrimientos, hazañas, alegrías, derrotas. No experimento ningún vaiven, ningún subi-baja de una montaña rusa. Solo doy vueltas, a veces, recogiendo un puño de arena, dejándola caer, viéndola dispersar por el aire, bailando microcosmicamente sobre alguna superficie lisa...

Hace tiempo que no necesito de la palabra, ni mucho menos la inglesa, para expresarme, como si expresarme fuera exprimirme, extirpar alguna infección primordial, ente que habita mi ser, desde antes de conocer, antes de leer, antes de ser en el mundo, antes si quiera a la palabra formulada como tal...

Pensé, tal vez, que jugar con la imagen podría re-emplazar esa necesidad, saciar esa búsqueda, ocupar el espacio que no es espacio sino vacío, y tal vez funcionó por un tiempo, pero ya no, ya no, ya me desaparezco, como anti-aparición... creí en un momento que moldearme sería moldear la realidad a mi antojo. No es así. ¿No es así?

Sigo sin historias por contar, no sé, no sé, no sé entrarme en la cabeza de otro, de entender como es ser otro, u otra. Sólo yo. Yo sola. Sin serla, ni estarla, ni vivirla como yo quisiera mi soledad. Si me desconectara por años, siglos, con sólo una pluma, y sangre como tinta, formularía huesos, tendones, cartílago, carne, siempre carne, perdida sin ella, pero hasta el final... ¿Y qué lograría? Absolutamente nada.

Todo esto es una mentira linda, las lindas mentiras, las que deslizan por tu garganta resbalándose con la lengua extendida, rosada, las que no se pegan a las papilas gustativas, que no dejan mal sabor de boca, al escaparse de tus labios fruncidos, son las mejores mentiras que existen, son las que no hacen ni bien, ni mal a nadie, las que ni van ni vienen, las que existen por su propia belleza y no se hunden bajo el peso de su propia (no) verdad...

Hoy quiero oír palabras bonitas, aunque no signifiquen nada más allá del vacío que he creado a mi alrededor, bonitas palabras, que arquean, formando bellas mentiras, enredadas en hilos dorados que desvanecen hacia lo infinito.