lunes, enero 14, 2008

cartas al aire (un cuento si así se puede nombrar)

Me siento muy sola, y me hace falta sentir que alguien me abrace. Y en medio de esa oscuridad te invoco, no porque seas el único que me sepa abrazar, porque no lo sé, sólo puedo imaginar con recuerdos muy lejanos el tacto de tus dedos, o la fuerza de tus brazos despidiéndote de mí, siempre despidiéndote… el calorcito de tu mirada. Tal vez por eso mismo te lo quiero contar, porque no sé realmente cómo sos, o cómo serías vos conmigo y eso me llena de emoción y un leve temor... Así te lo cuento para poderlo entender. ¿Qué te contaré... ?

Es eso, sabés, a veces, cuando me siento muy sola, me gusta simplemente contar, para llenar el silencio y el vacío, para poder desentrañar un misterio... estoy recordando una sonrisa tuya, tu voz, que es como un arrullo, imaginando tus ojos. No sé qué esperar de esas partes dispersas o de ese conjunto, mas siento un cosquilleo al recordar el roce de las yemas de tus dedos en el envés de mis manos. ¿Por qué caminos nos llevará ese tacto? ¿ese pequeño roce? Casi imperceptible. Te pregunto pero no quiero que me contestes, más bien quiero que me calles, que me lo enseñes. Quiero cerrarme los ojos y sentir el apretar de tu mano en la mía, guiándome por el desierto de esta noche. Quiero sentir tu aliento muy cerca del oído, percibir tu respirar, quiero sentir tu presencia calmante, que me invada la paz que emana de ti, quiero llorar sin tener que explicar, porque yo misma no sé en qué consiste esta perversa sensación de angustia...

Me acuesto en una cama donde nunca has estado, sin embargo, mi soledad te ha llamado, te ha dado forma, y te siento, fuerte, seguro, tranquilo, zambulléndote en mi fondo, el abismo vuelto una tregua, un descanso, fuego, rubor. Acompañame esta noche, ¿sí? te lo piden mis ojos verduscos, los labios fruncidos de manera infantil, te lo pide también mi voz ronca de mujer, saboreando mis palabras con el beso más dulce que sé ofrecer.

Suspiro. Sigo sola.
Abro lentamente los ojos y las estrellas parpadean. Estrellas brillantes, ajenas. Estrellas que no conozco de la infancia. ¿Vos conocerás? El frío del cemento me penetra los huesos y me sacude.

¿Dónde estarás esta noche? ¿Con quién? No lo quiero pensar si pensarlo te aleja de mí. Quedate cerca, muy cerca. Vení, no te vayas. No. Todavía hay cosas que te quiero contar. Y la noche sigue marchando, marcando sus pasos con el susurrar de los autos que pasean por la costanera, lentos, en un espectáculo de luz y sombra. No me esperan en casa. No saben que estoy aquí, sola, atragantándome de aire salado, pensando en vos. Vos sos mi secreto. Aunque no te sé llamar.

Caminemos horas, días, centurias sobre dunas, enfrentando las legiones, la distancia, el olvido. Siento deslizar por las manos granos de arena, dibujo espirales en la superficie lisa del suelo. Siento tu piel bajo los dedos, siento tu pulso, tiento tu respiración.
Alzo la vista al firmamento, es un domo exquisito con figuras lejanas, inertes, en vigilia.
No te sé nombrar.

Inhalo aire cálido, contrasta con el frío de mi lecho, mas estás a mi lado y no te quiero espantar. Tus facciones se desdibujan con el viento, la arena disipa, mi memoria falla. ¿Pensarás en mí?

Si te cuento mi vida, me podré perder en tu pecho, adentrarme en tu piel, olvidarme en el santuario de tu cerebro… un kaleidoscopio hecho a mi medida, con tus manos cada vez más difíciles de recordar. Pienso que debo seguir mi camino, pero el miedo no me acorrala aún. El rugir de las olas, juego de gatos divinos, narcisos atrapados en la negrura de la interminable noche, esta noche, que te busco, que te encuentro, por vez primera sin saber el nombre que llevarás, la estampa que dejarás en mí. Es limpia la faz de la tierra, es limpio el sonido de tu risa que cae como monedas sobre mármol, gotas de agua en techo de estaño, una cara abierta, lanzada al aire, desprotegida. ¿Me encontraré? No me sabés contestar. No me contestás al menos. No estás aún.

Me levanto tiritando, una hoja seca en pleno invierno, huérfano. La tela ligera me envuelve, húmeda, perdida, ahogándome en las últimas gotas de luz que dejaste en tu camino.

2 Comments:

Blogger Agustin Cadena said...

Muy bello, Ilana. Me encanta el poder que tienes de sorprenderme siempre con algo nuevo y fresco.

5:04 a.m.  
Blogger ilana said...

Gracias Agustín... me alegra poderte sorprender aún... un beso.

11:02 a.m.  

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