sábado, octubre 09, 2004

Balconeando

La mujer volvió a sentarse en su balcón. Esta vez no esperaba a un amante que la salvara, ya supo que no hay amante que la pueda salvar de sí misma. Esta vez no. Volvió a sentarse a palpar la realidad de su vida, los pájaros trillaban y de repente se encontró sonriendo. No es una jaula, pensó, yo aquÌ estoy con mis amigos, estoy acompañada aunque esté sola.
Y vio que la vida latía allí. Un niño vestido de rojo paseaba su perro, y la luz no le lastimaba los ojos de la mujer. ¿Qué nuevo mundo es esto? El basurero, decrépito de años de hambre y mal pago empujaba su carrito, cansado, y ella lo compadecía sin sentir su dolor. Eso era, ya no sentía dolor. El dolor se rompió, o mejor dicho se cayó por ahí sin que se diera cuenta, como una prenda que desvanece misteriosamente en algún lugar entre la casa y el auto, como si un duende lo exigiera en su mundo y lo robara de éste. Así, se le cayó sencillamente para no volver a molestar más.
El balcón allí está. Sin la mujer, claro. Ella se despidió una tarde como esta para no volver la vista atrás... No quería volverse un pilar de sal, asÌ que prendió vuelo hacia una tierra lejana, la tierra prometida en la cual no cabe el dolor. La puerta abrió tan repentinamente como se le había caído el miedo y el dolor. Ya no había marido, ni amante, que la atara allí. Estaba libre. °Por fin! Anna Karenina sí le habÌa enseñado algo, que ningún amor vale la pena de muerte.
Veo el balcón y también sonrío. Hace años que nadie vuelve a ocuparlo. La ciudad ya no lo exige. Años. Años o minutos, ¿cuál es la diferencia? Ya nadie habita ese espacio lúgubre, nadie se asoma para ver si hoy será el dÌa. Hoy es el dÌa, y mañana, y pasado mañana. Carpe Diem, ya cesó el discurso del triste balcón y la mujer que habitaba allÌ.

---Febrero 1999, México, D.F.

not nearly as interesting, but, strangely, life seems to repeat itself, over and over and over...:)